Nameless

Esta historia parece tener ramificaciones infinitas




“The poet rambles. The world it scrambles. But who knows what evil lurks in the hearts of men.”

Daniel Johnston.

Hace mucho que Daniel Johnston abandonó nuestro mundo. Su bondad y amor extremos superaron los límites de lo humano, desdoblando su alma y haciéndose uno con el universo. Sin embargo, su cuerpo aún se encuentra en el maldito pueblo de Austin, Texas. Vive junto a sus padres, quienes lo cuidan y protegen, como si el alma de su hijo aún se encontrara ahí. A veces pasean por el pueblo. Van a la iglesia o a algún parque, siempre acompañado por sus amigos Gasparín, el fantasma amigable; la rana Jeremías, y un par de patos que caminan a su lado como precaución, para protegerse de los demonios. Pero los demonios ya no vienen, saben que no encontrarán nada. Algunas veces su fantasma viene a visitarme. Somos amigos. A él le gusta meterse en el televisor y hacer como que aparece en las películas, a veces se esconde en el buzón para asustar al cartero. Cuando se aburre se va volando. Él sabe que no puedo volar. Si regresa le preguntaré como fue que murió realmente. Una grabación oculta en el sótano de su casa en Texas guarda el testimonio del fantasma de Daniel hablando sobre su vida en la tierra y en el otro mundo. Alguna vez escuché que habían usado ese video en un documental sobre la Jonstonmanía. No lo creí.