Nameless

Esta historia parece tener ramificaciones infinitas

3.30.2009

Intertextualidad

De modo que la situación siguió igual por otros seis meses, hasta el domingo trágico en que José Arcadio Buendía le ganó una pelea de gallos a Prudencio Aguilar. Furioso, exaltado por la sangre de su animal, el perdedor se apartó de José Arcadio Buendía para que toda la gallera pudiera oír lo que iba a decirle.
–Te felicito –gritó–. A ver si por fin ese gallo le hace el favor a tu mujer.
José Arcadio Buendía, sereno, recogió su gallo. «Vuelvo enseguida», dijo a todos. Y luego, a Prudencio Aguilar: –Y tú, anda a tu casa y ármate, porque te voy a matar. Diez minutos después volvió con la lanza cebada de su abuelo. En la puerta de la gallera, donde se había concentrado medio pueblo, Prudencio Aguilar lo esperaba. No tuvo tiempo de defenderse. La lanza de José Arcadio Buendía, arrojada con la fuerza de un toro y con la misma dirección certera con que el primer Aureliano Buendía exterminó a los tigres de la región, le atravesó la garganta.

Cien años de Soledad. Gabriel García Márquez. 1967



En esa oscuridad veo también a Prudencio Aguilar, mi viejo amigo caribeño que murió de un lanzanzo asestado en el trópico colombiano. Ha seguido envejeciendo en la muerte, y aún sangra por la misma herida que lo despachó de este mundo.Siento que me espera en todos los cuartos de este mundo. Siento que me espera en todos los cuartos a los que entro con la esperanza de que sean diferentes.

El Caso Neruda. Roberto Ampuero. 2008

1 comentarios:

S.H.G dijo...

Curioso, recuerdo haber leído el nombre de Prudencio aguilar, pero no la parte donde nombran al colombiano...